Cuando se va a empezar tratamiento con estos medicamentos se advierte que pueden tener consecuencias negativas. ¿Por qué son tan temidos? ¿Cuáles son los efectos indeseables de los antiinflamatorios?
Si no te suenan, son medicamentos que se usan habitualmente para el dolor. Por ejemplo, por problemas en las articulaciones como la artrosis, o para un dolor de muelas.
Son ampliamente consumidos. De hecho en 2019 en el ranking de más consumidos ocupa un segundo puesto un tal Enantyum® (dexketoprofeno) y un noveno puesto un tal Ibuprofeno.
Aquí voy a repasar de dónde viene su mala fama y por qué en ciertas personas habría que decantarse por otras opciones.
¿Qué son y como funcionan los antiinflamatorios?
Son medicamentos que como su nombre indica reducen la inflamación. La inflamación es una respuesta fisiológica del organismo, como la fiebre.
El ejemplo más evidente de inflamación lo tenemos cuando nos damos un golpe superficial. La zona afectada se pondrá colorada, caliente, hinchada y nos dolerá. Además si es un dedo, tendremos dificultad para doblarlo.
Esta respuesta trata de aumentar la llegada de sangre a la zona golpeada para repararla. Pero trae consigo un daño colateral que toleramos peor, el dolor.
Los anti inflamatorios combaten ese dolor interrumpiendo una de las vías de la inflamación. Impiden que funcionen unas enzimas llamadas ciclooxigenasas. Para abreviar se les llama COX 1 y COX 2.
Estas COX producen prostaglandinas que tienen entre otras funciones ser responsables de la inflamación.
También relajan el músculo de los bronquios, dentro de los pulmones, protegen la mucosa del estómago del ácido y a nivel vascular, en el endotelio favorecen que fluya la sangre, dilatando las arterias y mediando entre las plaquetas para que no se apelotonen.
Otra de sus funciones la realizan a nivel renal. El riñón además de filtrar la sangre y depurarla de sustancias de desecho se encarga de mantener el volumen de líquidos y la presión arterial en unos niveles.
Así que estas pastillas que en principio interrumpen a las COX para librarnos del dolor de paso interrumpen un montón de funciones más.
¿Cuáles son los efectos indeseables de los antiinflamatorios?
En este punto aclaramos que nos referimos a un tipo concreto de antiinflamatorios que se llaman AntiInflamatorios No Esteroideos, por siglas AINES.
Esto es para distinguirlos de los corticosteroides o corticoides, que también tienen efectos indeseables pero no me voy a meter con más medicamentos en este artículo.
De los efectos indeseables de los antiinflamatorios no esteroideos, llamados AINES para los amigos, el más frecuente es la afectación y ulceración posterior de la mucosa digestiva.
De ahí que muchas personas no los toleren porque se notan literalmente un agujero en el estómago. Por eso es habitual que se tomen junto con un protector de estómago, como el omeprazol.
Como esto era un problema frecuente que afectaba mucho a la tolerancia de estos fármacos se inventaron los AINES que solamente bloqueasen la COX-2. Al dejar en paz a la COX-1 se reducían los efectos indeseables a nivel estomacal.
El problema es que se potenciaban los cardiovasculares. Como hemos dicho las prostaglandinas están presentes en más lugares. A estos AINES más selectivos se les apellida coxibs.
Sobre el riñón aumentan la presión arterial, pueden deteriorar el filtrado del riñón y favorecer la retención de líquidos. A parte de lesionar el riñón esto puede llevar a sobrecargar el corazón. El corazón trabaja peor y puede descompensarse una insuficiencia cardíaca.
Actúan también sobre la circulación a nivel del endotelio. Es la superficie de los vasos, donde favorecen las trombosis aumentando el riesgo de los infartos.
Los músculos de los bronquios, que también dependen de las prostaglandinas, se contraen y se pueden producir crisis en personas con asma.
¿En quiénes son más probables los efectos indeseables de los antiinflamatorios?
El riesgo de que haya un sangrado digestivo evidentemente es más alto en personas con mayor riesgo. Por ejemplo, quienes ya hayan tenido un sangrado digestivo.
También lo serían personas con elevado consumo de alcohol. Además de los ancianos o aquellos que estén tomando otros medicamentos que pueden lesionar la mucosa, como la aspirina.
Una persona que tenga ya hipertensión arterial salvo que la tenga bien controlada no debería tomarlos, y en ese caso debería vigilarla mientras durase el tratamiento.
En mayores de 65-70 años, especialmente si tienen cierto grado de insuficiencia renal o hipertensión arterial deberíamos apostar por otra alternativa para el dolor salvo que fuese muy necesario.
Y en personas con problemas de corazón o antecedentes de infarto, ictus u otras trombosis habría que descartar los inhibidores selectivos de la COX-2, los coxibs, como celecoxib o etoricoxib.
En definitiva, hay que ser conscientes de los riesgos que conllevan estos tratamientos. Deberíamos usarlos con conocimiento de nuestro médico si pertenecemos a uno de los grupos de riesgo anteriores.
En el caso de que el riesgo no compense será mejor optar por otras alternativas como el paracetamol o el metamizol.
Todas las sustancias son venenos, no existe ninguna que no lo sea. La dosis diferencia un veneno de un remedio.
Paracelso