¿A qué llamamos riesgo cardiovascular?

Seguramente habrás visto en algún informe médico las siglas FRCV. No se trata de un equipo de fútbol. Estas iniciales hacen referencia a los factores de riesgo cardiovascular.

Este concepto es parecido al de la lotería. Cuando compramos un boleto tenemos una probabilidad de que nos toque premio. Aunque sea pequeña. Y por eso compramos.

Con la salud de nuestro corazón pasa lo mismo. Es decir, a medida que reunimos más factores de riesgo, tenemos más posibilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular.

Algunos factores no los podemos controlar, al menos de momento, como la edad, el sexo, o nuestra genética.

Sin embargo, otros factores de riesgo cardiovascular dependen de nuestros hábitos. De que adoptemos estilos de vida saludables.

Si intervenimos en estos factores, se estima que podríamos evitar el 80% de los infartos. ¿Quieres saber a qué factores nos referimos? ¿Cómo calculamos nuestro riesgo cardiovascular? ¿Por qué en el futuro será más exacto?

Se viene artículo sobre el riesgo cardiovascular.

Nuestro riesgo cardiovascular no depende completamente del azar como en el caso de una ruleta perfecta. Está determinado por una serie de factores.

Concepto de riesgo

El riesgo es una probabilidad de que un suceso determinado ocurra en un plazo de tiempo concreto. Dicho de otra forma, cuántas papeletas tengo de padecer un infarto o un ictus en un plazo de diez años, por ejemplo. Ese caso sería el del riesgo cardiovascular.

Este riesgo aumenta o disminuye en función de una serie de variables. Las variables que aumentan nuestro riesgo son a las que llamamos factores de riesgo cardiovascular. Es como si compramos muchos boletos de lotería. Nuestra probabilidad de obtener premio entonces aumenta.

De la misma forma, reducimos nuestro riesgo en función de otras variables. A esos factores los llamamos protectores.

Pueden depender de nosotros mismos, como nuestro peso, o del ambiente, como la polución. Pueden ser modificables como el tabaco, o inmodificables como la edad.

¿Cómo se calcula el riesgo cardiovascular?

Para poder conocer el riesgo cardiovascular u otro tipo de riesgos, hay que investigar. Lo más habitual es seguir grupos de personas en el tiempo y ver qué proporción de ellos enferman a lo largo de ese periodo.

Si tenemos un grupo de 1000 señores y lo seguimos 10 años podemos ver cuántos de ellos sufren un infarto. Si se producen 20 infartos, podemos decir que el riesgo de infarto en ese grupo es del 2% a 10 años.

No obstante, esta operación matemática en sí misma es una chorrada bastante gorda. No nos aporta mucha información. Para que nos sea útil tenemos que investigar más ese grupo. Hay que hacerse preguntas.

Por ejemplo ¿qué comían estos señores? ¿cuál era su edad media? ¿fumaban? ¿hacían algún tipo de actividad física? ¿dormían suficientes horas?

Así podremos llegar a saber qué características tenía este grupo y ver si podemos generalizar sus datos a otros grupos de mil señores. Es decir, no podemos generalizar el riesgo cardiovascular de un grupo de señores fumadores de 70 años a un grupo de chavales de 30 años vegetarianos.

El riesgo de una población va a ser distinto según tengan unas características u otras, por ejemplo la raza puede ser un criterio, pero también la edad, o el sexo

¿Cuáles son los principales factores de riesgo cardiovascular?

Se han ido investigando a lo largo del siglo pasado, sobre todo desde los años 40 y 50 hasta el presente.

Se conocen una serie de factores de riesgo que llamamos clásicos, porque son los más frecuentes o los más reconocidos desde hace años. Estos son la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo y los niveles de colesterol. Pero existen muchísimos más.

Por ejemplo, otros factores implicados y que seguramente has escuchado o leído son la obesidad, el sedentarismo, los trastornos del sueño, la polución, el nivel socioeconómico, el tipo de dieta, etc.

Hay factores que se pueden medir en analíticas de sangre, como determinados marcadores. Y otros que se valoran a través de pruebas de imagen, como el calcio coronario. Es decir, hay infinidad de elementos que influyen en nuestra salud y que se pueden medir.

¿Cómo se mide el riesgo cardiovascular y para qué sirve?

Lo habitual es que se utilicen tablas en las que según determinadas variables se nos hace un cálculo de nuestro riesgo. No obstante, no hay que pensar que este es nuestro riesgo individual. Ya que no es exactamente así. Sirve para grupos de riesgo.

Como hemos dicho, el riesgo se calcula a través de una población con unas determinadas características. Por eso, el riesgo es poblacional. Lo que pasa es que luego esta información se extrapola a sujetos concretos. Pero estos sujetos concretos están dentro de determinados grupos de riesgo.

Es decir, si eres hipertenso, diabético y fumador de 50 a 55 años, se te asigna el riesgo de una población de hipertensos, diabéticos y fumadores en ese rango de edad. Pero eso es una estimación. En ningún caso va a ser equivalente a tu riesgo individual. Pero nos es útil para decidir qué tratamientos debemos poner o qué pruebas solicitar a nuestros pacientes.

Porque según esas características creamos unos niveles de riesgo: bajo, moderado, alto, muy alto y extremo. Según la persona esté en un determinado nivel se le aplican unos requisitos de tratamiento o técnicas preventivas.

Para explicar a nuestros pacientes el peligro de ciertos hábitos, tenemos el concepto de edad vascular, del que hablé en este artículo de CuídatePlus.

El riesgo cardiovascular puede afinar más o menos, como en una diana de dardos, dependiendo del número de lanzamientos (cantidad de datos de la población) y de la precisión del lanzador (número de variables recogidas).

¿Cuál es el futuro?

Como hemos dicho, conocer nuestro nivel de riesgo cardiovascular es importante. Porque esto orienta a empezar antes o después con fármacos, o qué niveles de colesterol debemos alcanzar.

Sin embargo, esto no deja de ser una estimación grosera. Tratamos poblaciones de pacientes con características parecidas, de una forma parecida, para obtener resultados similares.

Es algo así como la ropa de prêt-à-porter frente a la ropa de sastrería. El traje a medida siempre se va a adaptar mejor. Aunque de momento es difícil de calcular. Pero es lo deseable.

Hoy tenemos herramientas, como el análisis de gran cantidad de datos, lo que se conoce como big data. Esto es lo que hace por ejemplo Google cuando adivina lo que vas a buscar. Como tiene tantos datos de sus usuarios puede simular lo que va a pasar. Esta simulación es tanto más exacta cuantos más datos tienes.

Si tienes los datos de casi toda la población, puedes realizar estimaciones muy precisas

Si además de una persona no recoges solamente si es fumador o hipertenso, sino que tienes todos sus genes, la distribución de su masa corporal, un mapa de sus arterias con todas sus placas de ateroma y los niveles sanguíneos de 100 sustancias diferentes, puedes afinar todavía más.

Al final, lo que la calculadora de riesgo cardiovascular necesita es muchos datos de muchas personas diferentes y muchos datos de la persona en cuestión.

Esto hace años era impensable porque no había computadoras que lo procesaran. Pero con la tecnología de hoy día será cuestión de años. No obstante, el manejo de esta información tan precisa sobre nuestro pronóstico vital debe ser cuidadosamente utilizada.

Utilizada de forma poco ética, podría penalizar a ciertas personas el acceso a seguros de vida u otras primas, por poner un ejemplo. O ciertas empresas, de conocer esta información podrían ser reticentes a contratar a trabajadores con niveles de riesgo muy altos.

¿Acojonante no? Espero vuestras reflexiones en los comentarios.

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8 respuestas

  1. Buenas noches Pablo.
    No tengo nada más que decir y que no halla dicho.
    Tus block son muy interesantes y sobretodo para personas como yo que todos los síntomas y acontecimientos con nuestra patología son tal y como los describes.
    Buenas noches y un cordial saludo.

  2. Me parece muy ilustrativa, la presentación y explicación , y muy comprensible para la mayoría, le animo a continuar, yo siempre aprenderé a través de sus artículos, gracias estas reflexiones profesionales deberían ser más común por parte de otros profesionales, hoy nos tocó vivir una medicina diferente, por la ineficacia al tener una lista de espera demasiado relajada.

  3. Buenas noches Pablo.
    Estoy totalmente enganchado a tu blog.
    Por desgracia ,tal y como te espique e sufrido una lesion isquémica en la corteza frontal izda , con todo lo que conlleva dicha lesión .
    Soy conciencia de algunos malos hábitos como el Tabaquismo ,poco pero e vuelto a fumar ( 8 o 10 cigarrillos diarios ) lo volveré a dejar pero sicológicamente no me encuentro bien ya se que no es una escusa razonable , con respecto a la alimentación no hay problema porque llevo varios meses en mano de una Dietista y ya e conseguido perder los 30 kilos que puse en la pandemia, camino dos horas diarias ,no puedo ir al gimnasio porque el monitor y propietario necesita un informe de mi Cardiólogo donde me autorice a hacer ciertos ejercicios con una pregunta de «» Fuerza «».
    Lo bueno que tengo es mi positivad ante la adversidad.
    Un saludo muy grande Pablo.

    1. Mucho ánimo. La recuperación neurológica requiere constancia. El cerebro es un órgano complejo que tiene muchísimas funciones, en la memoria, lenguaje, equilibrio, etc. La única manera de recuperar la función en las neuronas perdidas por un ictus es enseñando a otras neuronas a realizar esa función. Y nunca mejor dicho, el movimiento se muestra andando, así que hay que hacer ejercicios orientados a recuperar el equilibrio, la fuerza, etc. No obstante, esto se puede llegar a recuperar hasta un límite. En el lado de la prevención, está claro que no debes descuidar el control de los factores de riesgo, como bien señalas, el tabaquismo.

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