¿Son peligrosas las bebidas energéticas?

Existen comercializados varios refrescos con alto contenido en cafeína que llevan otra serie de ingredientes como son la taurina, glucuronolactona, L-carnitina, guaraná o el inositol. Consumidas mayoritariamente por los jóvenes, a veces en grandes cantidades, son las llamadas bebidas energéticas. Sin embargo, ¿son tan peligrosas las bebidas energéticas?

En otro artículo del blog sobre la siesta hemos hablado de la importancia de mantener nuestro reloj biológico sincronizado de forma adecuada, como parte de una serie de hábitos saludables. Interferir los ciclos de vigilia-sueño conlleva riesgo a largo plazo de hipertensión arterial, diabetes mellitus o deterioro cognitivo. Por lo que además de incidir sobre dieta, ejercicio o hábitos tóxicos como el tabaco o el alcohol también deberíamos hacerlo sobre la calidad del sueño.

Uno de los efectos perseguidos con estas bebidas es interrumpir el sueño, manteniéndonos despiertos para disfrutar una noche de fiesta o para preparar un examen. Otros motivos de su consumo son el sabor, el efecto estimulante, la intención de aumentar el rendimiento físico, pero también el marketing, como el diseño de la marca o la influencia de las celebridades que los anuncian.

¿Qué cantidades de cafeína son consideradas seguras?

En general 200 mg diarios de cafeína es la cantidad considerada segura para una mujer embarazada según la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria). Y en adultos sin patologías previas hasta 400 mg diarios de cafeína no se relacionan con efectos adversos. La dosis máxima en niños y adolescentes no debería exceder los 3 mg por kilo de peso y día.

Es el componente que más se ha analizado en los distintos estudios, pero en adultos sanos y con un consumo puntual diario de como mucho un litro de este tipo de bebidas. Eso quiere decir que no se sabe mucho del comportamiento en niños y adolescentes, ni sobre los efectos de un consumo crónico.

Los efectos adversos dependen de la susceptibilidad individual y del nivel de consumo diario. Incluyen entre otros insomnio, dolor de cabeza, trastornos gastrointestinales, temblor, ansiedad, aumento de diuresis, de temperatura corporal, taquicardia, incremento de la presión arterial o reducción del flujo coronario.

Para hacernos una idea la lata de refresco de la famosa compañía que da alas tiene 80 mg de cafeína. Una lata de CocaCola 30 mg y una taza de café estándar ronda los 120-180 mg (influye el tipo de café y la preparación). Todas aquellas bebidas con más de 150 mg/L de cafeína deberían tener un etiquetado especial como de alto contenido en cafeína.

Efectos cardiovasculares

Las bebidas energéticas debido a la cafeína y el resto de sus componentes producen en el corazón un aumento de las pulsaciones y la fuerza de contracción. Como elevan el volumen latido, son apreciadas en la práctica deportiva.

Sobre la tensión arterial el efecto es neutro o de leve incremento. No obstante con consumos altos, se ha visto elevación de hasta aproximadamente 20 mmHg en la presión arterial sistólica. Concretamente en un estudio con 960 ml de la bebida Monster.

Estos efectos sobre la presión arterial y las pulsaciones se alcanzan a la media hora de ingerir la bebida y se atenúan a las 2-3 horas del consumo.

Se sabe también el efecto en la prolongación del intervalo QT del electrocardiograma. Esto se vincula con el desarrollo de arritmias. Podría ser así, si bien los casos de arritmias documentados son de casos individuales, muchos de ellos con cardiopatías subyacentes, consumo de alcohol concomitante o de otras sustancias de abuso.

¿Son peligrosas las bebidas energéticas con alcohol?

Esta mezcla es particularmente popular entre adolescentes y adultos jóvenes. El consumo simultáneo de altas cantidades de alcohol y bebidas energéticas podría aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares agudos. Si además lo combinamos con ejercicio vigoroso, como el baile intensivo, los riesgos potenciales de efectos adversos (arritmias) podrían aumentar aún más.

Pero además de potenciarse, se ha postulado que la bebida energética puede enmascarar el efecto del alcohol. Algo así como una “borrachera despierta” que llevaría a otra serie de conductas de riesgo como por ejemplo conducir ebrio.

Además de potenciar los efectos cardiovasculares, esta combinación puede ser particularmente dañina para la función renal. Se comportarían en cantidades elevadas como nefrotóxicos. Algo que no se ha comprobado cuando se consumen los componentes por separado.

En resumen

Un consumo moderado de este tipo de bebidas, que no sobrepase los 200 mg diarios de cafeína no se ha relacionado con una tasa aumentada de efectos adversos. Tampoco con cambios significativos en parámetros hemodinámicos como la contractilidad miocárdica, la tensión arterial o la frecuencia cardíaca.

Estos efectos nocivos se han visto sobre todo cuando se beben cantidades cercanas a un litro de estas bebidas y cuando se combinan con alcohol y otros tóxicos como drogas de abuso, véase cocaína, anfetaminas, marihuana, etc. Si además se asocian con ejercicio vigoroso pueden surgir complicaciones incluso en personas sanas sin cardiopatía.

Cuando existe mayor sensibilidad individual, porque tengan alguna cardiopatía podrían desarrollarse eventos cardíacos agudos con dosis menores. Son enfermedades que predisponen al desarrollo de arritmias, por ejemplo síndrome de QT largo congénito o síndrome de Brugada. En ese caso podemos decir que sí son peligrosas las bebidas energéticas.

Todavía se debe investigar más sobre los efectos a largo plazo, en adolescentes y sobre el uso combinado con alcohol. Pero por ser estos grupos de población especialmente vulnerables sería bueno que hubiese campañas de concienciación acerca de los potenciales riesgos que puede tener su consumo.

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