Mi opinión no pedida sobre las listas de espera

Si hay algo que caracteriza a la sanidad pública son las famosas listas de espera. Y son la causa fundamental por la que se recurre a la sanidad privada.

Se conocen así todas las demoras que tienen las consultas tanto de la primera visita “para que me vean qué tengo” como con las consultas de revisiones “porque me dijeron que me volvían a ver dentro de 9 meses”.

También hay listas de espera como la quirúrgica para personas que están esperando una cirugía. En otras listas de espera se acumulan personas pendientes de determinadas pruebas o que necesitan una intervención determinada.

Las odiosas listas de espera no dependen de un solo factor, ni tienen un solo culpable, sino que son el producto de una serie de variables.

Cuando publico algo en redes sociales, a menudo recibo mensajes preguntándome por las listas de espera. Me plantean el ejemplo de su caso concreto, como pidiendo una explicación. Y como tengo este blog, la voy a dar.

Si quieres saber por qué se producen las listas de espera, qué podemos hacer para reducirlas y qué se hace mal, no te pierdas este artículo.

Cuando nos afecta la lista de espera, algunas veces se señala a los profesionales, pero la responsabilidad recae fundamentalmente sobre la administración

No todo es COVID

Muchas personas piensan que ahora los profesionales nos escudamos en la pandemia para explicar las demoras. No tiene nada que ver que haya una crisis sanitaria. Las listas de espera son algo habitual e inherente al propio sistema. A sus ineficiencias. Pero claro, no voy a negar que esto no ha hecho más que empeorarlo.

Sin embargo, sí quiero dejar claro que la lista de espera no se alarga porque los profesionales ahora estén únicamente viendo COVID. Y que están dejando de lado otras patologías. Eso es radicalmente falso.

La pandemia ha provocado bajas entre el personal, por enfermedad y porque muchos han optado por borrarse. Además, ha hecho que se destinen recursos y camas de hospitalización a enfermos de coronavirus. Y lógicamente, ha provocado una demora porque se cerraron consultas. Especialmente, durante el confinamiento duro. No obstante, esta situación se mantuvo solo durante un par de meses o tres.

La lista de espera, por tanto, solo debería de haberse aumentado dos o tres meses con respecto a lo que ya había. Puesto que después el trabajo se ha ido retomando con normalidad. Pero la demora ya existía antes de la pandemia, porque los recursos disponibles, tanto humanos como técnicos para pasar las consultas necesarias eran insuficientes. 

La pandemia ha venido de perlas a la administración para justificar demoras. Pero no es responsabilidad de los profesionales, que ya veníamos alertando de lo que una situación fortuita como esta podía generar en este castillo de naipes que es nuestra sanidad.

Durante la pandemia se ha considerado a los centros de salud como fortalezas inaccesibles para los pacientes, pero es solamente una campaña de desinformación más

Derivación al especialista

Voy a hablar de mi especialidad porque es la que conozco, pero se puede extrapolar a otras. Cuando un paciente llega con síntomas cardiológicos a su médico de cabecera este tiene dos opciones: puede estimar que no precisa valoración especializada o remitir al especialista.

En cualquiera de los dos casos, es el juicio del médico de cabecera el que prevalece. Siendo independiente de la administración y del paciente. Aunque es evidente la coacción que se ejerce desde ambos lados. Esto debe de ser así porque los recursos son limitados. No todo el mundo necesita ser valorado por el especialista al mismo tiempo y hay casos más urgentes que otros.

Si el médico de cabecera lo solicita, su petición va a llegar al hospital. Allí es valorada por la dirección, aunque suele enviar el conjunto de peticiones al jefe de servicio. Este nuevo filtro vuelve a estimar si es pertinente. Todo este proceso puede tardar un poco en función del número de peticiones.

En el último paso habrá una lista de espera más o menos larga. Y depende exclusivamente del número de nuevas peticiones y de las consultas que haya abiertas en ese momento.

Pero en un hospital se hacen bastantes más cosas, no solo pasar consulta. Hay planta de hospitalización donde atender al paciente ingresado. Hay pruebas complementarias que realizar, propias de la especialidad. A veces se atienden otras consultas u otros servicios, por parte del mismo personal en distintos centros. Lo que está claro que se necesitan dos cosas: tiempo y personas.

También deberíamos tener una comunicación más fluida entre los distintos niveles asistenciales, como ambulatorios, servicios de urgencias, consultas de hospital, etc.

Los médicos trabajamos bien en equipo, no obstante, parece que estamos siempre condenados al enfrentamiento entre los distintos niveles asistenciales

Las cuentas de las listas de espera

Por ejemplo, si en un servicio hay cinco cardiólogos y cada mes de verano dos están de vacaciones, durante estos tres meses, como mucho se quedan tres cardiólogos. Que se reparten planta y pruebas complementarias. ¿Y qué se cierran? Lo que no es urgente. Pues sí, las consultas.

Esto hace que en los periodos de vacaciones haya acúmulo de pacientes en la lista de espera. Solo una vez la plantilla está otra vez disponible al completo empieza a recortarse de nuevo. Pero la bola mengua y se estira cíclicamente pero nunca está controlada.

Además, el sistema no tiene en cuenta otras contingencias que pueden surgir. Como por ejemplo que uno o varios de los especialistas del servicio se den de baja. O bien que pidan traslado a otro hospital y no se sustituyan. El servicio debe estar dimensionado de forma que con el 80% disponible se resuelva con holgura la carga asistencial. No como es habitualmente, que requiere una disponibilidad del 100% para ir raspado.

Pero es que la gente se embaraza, enferma, se jubila y esas cosas…

El caso es que al final este trabajo acumulado termina realizándose. Ya que el paciente al ver que hay mucha demora acaba entrando al circuito por vía urgencias. Entonces, si al final los pacientes son vistos de igual manera ¿no sería más razonable organizar el trabajo de forma que los pacientes pudiesen verse por el cauce correcto y no tuviesen que ingresar por urgencias?

¿No sería más sencillo que las plantillas estuviesen preparadas para poder asumir estas faltas temporales de personal?

Nuestras plantillas son como un equipo de fútbol que juega ya sin poder hacer cambios y con uno o dos jugadores expulsados. A pesar de ello muchos partidos se ganan

Algunas soluciones reales para las listas de espera

En primer lugar, todo empieza por ser más selectivos con los pacientes que requieren valoración especializada. Se necesita reconocer al médico de cabecera su juicio clínico, estando respaldado por la administración. Y no a los pies de los caballos como suelen estar.

Esto quiere decir que el único capacitado para decidir si un paciente ha de ser o no valorado por el especialista es su médico. Ya que de esto depende la estabilidad del propio sistema. Y esta relación de confianza médico-paciente debe ser protegida, y no desvirtuada como viene siendo en los últimos años.

Aunque para ello, estos profesionales deben contar con medios y con tiempo. Esto es, con menos pacientes por cabeza. Otra parte importante es ser liberados de gran parte de las tareas administrativas y burocráticas del trabajo. Ya que al final, absorben todo su tiempo. Los sanitarios estudiaron para tratar pacientes, no para teclear horas y horas en ordenadores.

En segundo lugar, sería necesario que se aplicasen medios tecnológicos para intentar resolver las consultas que no necesitan la visita presencial. Ya que muchas veces estas consultas consisten en comentar resultados de pruebas complementarias, como electrocardiogramas, pruebas de imagen, etc. O bien, consisten en una segunda opinión, un ajuste de tratamiento, o una valoración que no necesita que el paciente esté presente.

Lamentablemente, la práctica de la telemedicina es todavía minoritaria en nuestro sistema de salud. Encima durante la pandemia, se ha vendido al ciudadano como una argucia para parapetarse tras una pantalla o un auricular, y no ver pacientes. Debería publicitarse como una forma de desahogo del sistema.

Por supuesto, otros casos deberían ser siempre presenciales. La tecnología no debe imponerse para evitar el contacto físico. Al revés, debe propiciar que los profesionales tengan más contacto con sus pacientes. Usando aplicaciones móviles, consulta online, telefónica, etc.

En tercer lugar, establecer criterios unificados y objetivos para decidir quién precisa valoración de manera más urgente. Y en función de eso, estimar que tiempos de espera son admisibles para cada tipo de solicitud. De no cumplir unos mínimos el servicio médico en cuestión debería ser cerrado o bien reforzado.

Seguir haciendo las cosas tarde y mal solamente perpetúa los problemas. Provoca conformismo ante las ineficiencias del sistema y desconfianza entre los pacientes.

La tecnología, como en otros momentos críticos de la historia, es la que puede salvar un sistema sanitario en crisis mediante distintas fórmulas

En conclusión

Las listas de espera son un mal común de nuestro sistema sanitario. Sus causas son múltiples, predominando la falta de recursos humanos y la mala organización.

La pandemia es una eventualidad más que sirve de excusa para la administración. Antes lo fueron las jubilaciones. Otro lustro que había pocas facultades de medicina. Mañana será que los médicos no quieren trabajar en España porque se van a otros países. Excusas.

La responsabilidad de adaptar los recursos a la presión asistencial es única y exclusiva de la administración. Que un médico te vea en un plazo exagerado, no depende de su capricho personal ni del tiempo que hace.

Las soluciones a este problema pasan por las nuevas tecnologías. No obstante, mal implementadas solo perpetuarán los vicios del sistema.

La reestructuración que necesita el sistema debe ser guiada por sus profesionales. Pero si no nos escuchan ni en mitad de una pandemia ¿lo harán después?

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2 respuestas

  1. Gracias por tus articulos y tiempo dedicado,yo particularmente en procesos graves u mas urgentes e sido atendido con prontitud y diligencia a pesar de ser mas que cierto todo lo que cuentas de la falta de personal y recursos y muchas veces la intencionalidad de algunas administraciones en no dotar de estos,por malvender/privatizar hospitales u recursos publicos,otras veces en procesos no graves pues e esperao algo mas,claro. Saludos y gracias de nuevo

    Felipe arteaga

    1. Felipe, gracias a ti por pasarte a comentar por aquí. Para mí es un placer exponer con mayor o menor acierto sobre lo que veo día a día.
      Nada nuevo bajo el sol. Nuestro sistema vive inmerso en la autocomplacencia. No se analizan seriamente sus problemas ni se intenta poner solución desde las distintas administraciones. Al final, un servicio que empeora su calidad progresivamente, y si la mantiene, es a costa de los profesionales que lo integran.

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