¿Qué es una miocarditis?

La miocarditis es la inflamación del corazón debida generalmente a la acción de un agente infeccioso, como un virus. Pero también puede producirse por fármacos, vacunas o porque el corazón sea atacado por nuestro sistema inmunitario.

En los medios especializados y no especializados se ha hablado mucho del daño cardíaco que puede producir el coronavirus.

Este sería un buen ejemplo de miocarditis. Pero antes de que existiese la pandemia de COVID los cardiólogos ya estábamos habituados a ver bastantes ingresos al año por miocarditis, generalmente de curso benigno. Afortunadamente.

¿Y cómo se produce la miocarditis? ¿Qué síntomas nos produce?

¿Cuál es la manera de diagnosticarla?

Y lo más importante ¿Qué gravedad tiene? ¿Se cura? ¿Deja secuelas?

Pues todo eso, os lo explico en el artículo que nos va a continuación.

La miocarditis es la inflamación de las fibras musculares del corazón

¿A qué llamamos miocarditis aguda? ¿Qué es la fibrosis?

Las miocarditis son una enfermedad del corazón, que afecta al músculo. Se produce una reacción inflamatoria, como cuando nos damos un golpe, pero en nuestras fibras musculares del corazón. Y como su propio nombre indica estas fibras musculares se inflan, porque se llenan de líquido, y duelen.

Esta hinchazón suele distribuirse por igual por todo el corazón, pero puede focalizarse en unas zonas más que en otras. Algunas fibras al hincharse se rompen y se pierden. Otras se recuperan. Las fibras musculares que no aguantan y mueren se cambian por tejido de cicatriz.

 Pasa parecido a las heridas en la piel, que no queda como estaba antes, si no que nos aparece una piel más blanquecina y dura. A esa sustitución se le llama fibrosis. Al final, las secuelas van a depender de lo extensa que sea la miocarditis, cuantas fibras se hinchen. Pero, sobre todo, de cuanta cicatriz quede, o sea, cuanta fibrosis.

Las fibras musculares del corazón pueden recuperarse, pero otras mueren y son sustituídas por fibrosis, que no cumple igual su función. Es una cicatriz.

Porque las fibras que se recuperan trabajan igual. Pero las que quedan dañadas, o son sustituidas por fibrosis no funcionan igual. Eso implica que no cumplen la misión de contraerse, hay pérdida de fuerza. Pero tampoco transmiten igual los impulsos eléctricos. Hay más riesgo de arritmias.

Si aparecen los síntomas en el último mes y vemos la miocarditis, se habla de miocarditis aguda. No obstante, hay muchas miocarditis que pasan desapercibidas y lo que se detecta es el daño que ha quedado.

¿Por qué se producen y qué síntomas aparecen?

Lo más habitual es que se produzcan por un agente infeccioso. Los más frecuentes son virus que tienen especial apetencia por el músculo cardíaco. Es el caso del virus de la rubeola y los virus de las gastroenteritis, como enterovirus y echovirus. Y también el virus de la enfermedad del beso, la mononucleosis.

Pero puede ser cualquier otro microorganismo como una bacteria o un protozoo. En Sudamérica es frecuente la miocardiopatía chagásica. Es producida por el Trypanosoma cruzi, un protozoo transmitido por la picadura de la vinchuca. El parásito está en las heces del chinche y pasa a la sangre a través de la herida de la picadura.

La miocarditis provocada por las picaduras de chinche es endémica en Sudamérica. Es la enfermedad de Chagas.

Como es una infección suele aparecer fiebre. Pueden darse también dolores articulares, dolor de garganta, dolores musculares, tos, etc. También puede haber síntomas digestivos como diarrea o vómitos, dependiendo de en que otros órganos se fije el virus.

Los síntomas de este tipo suelen aparecer una o varias semanas antes de la afectación del corazón.

El sistema inmunitario, intentando destruir al invasor ataca a las fibras musculares del corazón, que por eso se inflaman, se hinchan y pueden acabar muriendo en la refriega.

Por eso, también puede haber miocarditis en algunas enfermedades provocadas por ataques de nuestro propio sistema inmune. Como así sucede en el lupus o en otras enfermedades autoinmunes.

Algunos medicamentos y tóxicos pueden inflamar el corazón. Es el caso de la cocaína o los quimioterápicos, por ejemplo. También se ha descrito miocarditis como respuesta a ciertas vacunas, por ejemplo, la viruela.

La miocarditis es una rara complicación en el caso de algunas vacunas, argumento que ha sido esgrimido por los movimientos antivacunas contra las vacunas para la COVID

¿Cómo se diagnostica la miocarditis?

Hay que sospechar la miocarditis en personas que tengan síntomas de infección, es decir, fiebre, dolor de garganta, tos, síntomas de gastroenteritis, etc. Pero que, además, acompañen dolor en el pecho como el de una pericarditis. Suele ser un dolor muy intenso y prolongado según los casos, aunque también puede pasar desapercibido.

Si hay afectación del pericardio se llama miopericarditis y puede producir en el electrocardiograma cambios como los que aparecen en la pericarditis aguda. Si hay daño de fibras musculares en la analítica de sangre se elevan las troponinas cardíacas. A veces por este motivo puede confundirse con un problema coronario, angina o infarto.

En el ecocardiograma vamos a ver si las paredes del corazón se afectan. Pueden estar engrosadas y con pérdida de fuerza en casos graves. También puede que si se afecta el pericardio veamos derrame, por acúmulo de líquido alrededor del corazón.

La prueba que se considera de elección es la resonancia cardíaca. La resonancia permite ver al principio el líquido que se acumula dentro de las fibras musculares hinchándolas. Pero, además, una vez pasada la miocarditis permite ver las cicatrices, la fibrosis.

La técnica que ha permitido mejorar el estudio de las miocarditis es la resonancia cardíaca

La biopsia, que sería tomar una muestra de corazón pequeña para analizar al microscopio, se reserva para casos determinados. Sobre todo, en casos graves, como la llamada miocarditis de células gigantes, que pueden requerir tratamientos avanzados, desde soporte ventricular a trasplante cardíaco urgente.

¿Cuál es el tratamiento? ¿Qué pronóstico tiene?

Lo más habitual es que, como sucede con las pericarditis, el curso de la enfermedad sea benigno. De esa forma nuestra actuación se limita a poner analgésicos para el dolor, recomendar reposo y vigilar que durante el desarrollo de la infección no haya complicaciones.

En pocos días, si el cuadro se resuelve favorablemente se puede tener el alta hospitalaria. Se recomendará guardar reposo durante al menos 3 a 6 meses, para favorecer la recuperación. Una vez recuperado es posible llevar una vida completamente normal.

El riesgo de recurrencia está más o menos en un 10%. O sea, que 1 de cada 10 personas pueden volver a tener otra miocarditis más adelante.

Como hay riesgo de arritmias se recomienda tener monitor de electrocardiograma. Como calmante se tiende a usar paracetamol, y generalmente, no se recomiendan antiinflamatorios porque pueden aumentar la fibrosis. Otros medicamentos para la insuficiencia cardíaca se pueden usar en función de los casos.

La inflamación y la fibrosis altera la transmisión de los impulsos eléctricos originando arritmias. Por eso la importancia de la monitorización.

En casos más graves, que se compliquen, el corazón puede perder fuerza y necesitar tratamientos más avanzados, no solo medicamentosos. Si se pierden muchas fibras musculares la situación puede ser muy grave, necesitándose medidas de soporte mecánico del corazón y de los pulmones.

Como en los casos complicados se produce una respuesta exagerada del sistema inmune se utilizan corticoides y también medicamentos para aplacar la respuesta inmunitaria, como la ciclosporina.

Conclusiones

La miocarditis es la inflamación del corazón. Cuando las fibras del corazón se inflaman se pueden dañar y morir. Entonces se sustituyen por fibrosis.

Muchos casos pueden pasar desapercibidos porque los síntomas sean muy leves.

La evolución depende de lo extensa que sea la afectación y de como de dañado quede el corazón.

En los casos que vayan bien la persona puede retomar vida normal en unos 3 a 6 meses.

En general, es un proceso que cura solo, pero puede requerir en casos graves, medidas de soporte del corazón y los pulmones en unidades de cuidados intensivos.

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