El estrés puede dañar tu corazón

Así que tómate un respiro y léete este artículo, porque voy a intentar explicarte como el estrés diario puede dañar tu corazón.

Lo primero es definir a qué llamamos estrés. Podría considerarse todo estrés laboral. Sería una visión simplista del asunto. Porque puede ser que estemos pasando una situación complicada por motivos familiares o de salud.

En la sociedad las enfermedades mentales todavía están muy estigmatizadas. Es difícil reconocer que padecemos de depresión o ansiedad. Pero estos problemas afectan a nuestra salud cardiovascular.

También sucede justo al contrario. Los problemas cardíacos conllevan a menudo ansiedad, temores, e incluso obsesiones e hipocondría. Estos elementos contribuyen a deteriorar la calidad de vida del paciente con problemas de corazón.

Coge aire hondo, relájate en un asiento cómodo y atento a las siguientes líneas. Si sientes que no te da la vida, puede ser que estés sobrecargando a tu corazón.

El estrés es todo aquello que abruma o sobrepasa a nuestro cerebro, teniendo repercusiones negativas sobre nuestra salud

¿A qué llamamos estrés?

A menudo confundimos el estrés con tener muchas cosas que hacer o dificultades para resolver problemas de la vida. Efectivamente, todo eso son factores estresantes, pero hay más. Tener un dolor crónico, una deuda, un familiar dependiente, son ejemplos de estrés, además estrés crónico. Y puede que al ser día a día no lo percibamos como tal.

Generalmente se piensa en el estrés como una situación que nos obliga a realizar un esfuerzo para superarla, en un momento puntual. Por ejemplo, trabajar con un cliente que nos da mucha lata y que quiere todo perfecto.

Cualquier estímulo que llega a nuestro cerebro y precisa una respuesta de adaptación, eso sería estrés. Pero además, sería el conjunto de cambios que se producen en nuestra mente y en nuestro cuerpo a raíz de ese estímulo. Y como nosotros nos sentimos con todo el proceso.

En el ejemplo del cliente. El cliente es puntilloso. Eso nos hace esforzarnos para satisfacerle. Incluso, nos hace sentir fracasados o tristes si no le agradamos. Y finalmente, puede que lo consigamos o no. A toda la suma de estos procesos lo llamamos estrés.

Si esto sucede durante mucho tiempo y nuestras respuestas son sobrepasadas el estrés acaba dañando el organismo. Tanto a nivel mental como físico.

Nuestro cerebro recibe permanentemente señales del entorno y de nuestro cuerpo que requieren una respuesta. Todo este conjunto de procesos le llamamos estrés.

Los trastornos mentales aumentan el riesgo de problemas cardíacos

A largo plazo el estrés acaba provocando trastornos del estado de ánimo como la ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental.

La ansiedad la podemos definir como una situación permanente de alerta. Como si estuviésemos afrontando una amenaza, pero cuando esta ya ha desaparecido, no está presente. Podemos notar palpitaciones, dolor en el pecho, dificultad para tragar saliva, sudores, falta de aire, sensación de muerte inminente, etc.

Estos síntomas a menudo son confundidos con problemas cardíacos. Pero a largo plazo la ansiedad puede llegar a producir hipertensión arterial. También se ha ligado a otras enfermedades del corazón, como la cardiopatía isquémica. Es decir, que puede provocar problemas cardíacos a largo plazo.

Por otra parte, la depresión se instala cuando ante un estrés, nuestras barreras han sido sobrepasadas. Y aparece una sensación negativa permanente. Como si nos hubiésemos dado por vencidos. Nos sentimos abatidos, tristes, indolentes, superados, etc.

Conforme avanzan los síntomas de la ansiedad y la depresión no se quedan solamente en un plano psíquico. Aparecen trastornos de la alimentación, conductas nocivas como consumo de tóxicos, trastornos del sueño y dolores a nivel muscular, de cabeza, etc.

Con el tiempo estos cambios en el organismo se traducen en aumento de peso, tabaquismo, diabetes, hipertensión arterial, que dañan corazón y arterias. Y al final dan la cara los problemas cardiovasculares. Por eso estos trastornos del ánimo se asocian con mucha frecuencia a problemas cardíacos.

En conclusión, la pérdida de salud mental genera estrés que puede dañar tu corazón.

La depresión y otros problemas de salud mental generan estrés que puede dañar nuestro corazón

Los problemas cardíacos provocan también más estrés

Consideramos siempre el estrés como algo que viene de fuera. No obstante, estrés es toda aquella información al cerebro que precisa una adaptación.

Puede ser tanto a nivel mental, por la pérdida de un ser querido, a nivel social, porque no nos adaptemos a un trabajo y tengamos pocas amistades, o a nivel físico porque algo no marche bien en nuestro cuerpo.

En este último apartado entran el dolor crónico, por problemas de la columna, por ejemplo. Pero también problemas respiratorios, o bien un tumor. También enfermedades neurológicas, como el Parkinson, la insuficiencia renal, con la diálisis, etc. Y por supuesto, las enfermedades del corazón.

La insuficiencia cardíaca, el máximo exponente de enfermedad crónica del corazón, hace que sintamos que la fatiga nos vence y no podemos llegar donde queremos. La angina de pecho también nos limita si no podemos ir a hacer nuestras actividades favoritas.

Todas las limitaciones y preocupaciones que ocasionan son estrés crónico. Y a la larga, las enfermedades del corazón desembocan en problemas de ánimo, como ansiedad y depresión. Esto empeora aún más la enfermedad del corazón y entramos en un círculo vicioso.

O sea que, los problemas cardíacos crónicos generan estrés que va a dañar más tu corazón.

Las enfermedades crónicas provocan estrés mantenido que repercute negativamente a nivel físico y empeora aún más la propia enfermedad

Si el estrés puede dañar nuestro corazón ¿Qué podemos hacer para combatirlo?

El estrés daña el corazón de muchas maneras.

Bien porque predispone a problemas cardíacos por sí mismo. Porque provoca malestar psíquico y trastornos del ánimo que nos dañan el corazón. Y porque las enfermedades de corazón ya causan por sí mismas mucho estrés, que empeora más si cabe la dolencia que tengamos.

En primer lugar, la actividad física. Será nuestra principal arma. Mantenernos activos tiene indudables beneficios para nuestro corazón y arterias. Pero además despeja nuestra mente y vamos a quemar las “hormonas del estrés” que nuestro cuerpo produce. Y que al final son las que causan los síntomas de intranquilidad, falta de aire, palpitaciones, insomnio, etc.

En segundo lugar, evitar los tóxicos. Eliminar el alcohol y el tabaco es fundamental. Estas drogas, como otras, a corto plazo pueden aliviarnos. Pero a largo plazo perpetúan la ansiedad y el desánimo. Además del daño directo que tienen a nivel vascular.

En tercer lugar, las técnicas de relajación. Debemos buscar una hora diaria para ordenar nuestra mente, repasar nuestros problemas, analizarlos fríamente y no de forma impulsiva. Si podemos solucionar algo, mejor hoy que mañana. Y lo más difícil, si no tiene solución, es inútil luchar contra algo que no podemos cambiar. El yoga, el taichi o la meditación trascendental, pueden ayudarnos.

Finalmente, respetar el descanso. No se trata solamente de dormir 7 horas. Se trata de tener descansos en los que indiquemos a nuestro entorno que no debemos ser molestados. Nuestra mente no puede estar activa continuamente respondiendo alertas. La saturaremos. Es conveniente que nos tomemos tiempo para no pensar en nada y relajarnos.

Dedicar tiempo del día a la meditación es una herramienta poderosa para combatir el estrés

En conclusión, la vida es una sucesión de estímulos, algunos positivos y otros negativos. Todos son necesarios para que haya un equilibrio. Cuando seamos superados, debemos reconocer los síntomas del estrés para poner solución antes de que sea tarde. Nuestro corazón y nuestra salud en general lo agradecerá.

Recuerda que el estrés mantenido puede dañar tu corazón.

Espero vuestras reflexiones sobre el artículo en los comentarios.

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